Los Relatos Heroicos

La Visión de Laor
Laor contempla la cruenta batalla erguido sobre lo que será un túmulo, sobre lo que es un cuerpo atravesado por su lanza. Es altivo y noble y en arrogante y diestra mano porta su espada labrada en oro y hierro. Es Rey, es soberano y combate en primeras filas, pocos son los que osan hacerle frente, muchos los que caen derrotados ante su temple.
Laor, los ojos bañados en lágrimas no puede apartarlos de la goteante muerte presente en la llanura. Salpican sus pupilas las almas exiliadas.
Laor sufre: le duele pestañear pues absorto contempla la carnicería; le duele cerrar los ojos pues, absorto, no quiere dejar de contemplarla. Tiembla su arrogante mano, vacila su soberbia espada labrada en oro y hierro.
Laor avanza y su semejanza a un demonio ahuyenta a la goteante muerte; mas ésta no le escapa por completo, sino que se aloja en su espada para penetrar la carne palpitante. Ya sus ojos se cierran, el pecho se le contrae a cada segundo, a cada indecisa pisada; El Rey no acepta el destino de los hombres, matarse unos a otros, mutilar el laico campo con sanguinolentas cuajaduras.  
Laor, su espada mellada por la sangre, grita: su voz no asusta, su palabra no asombra: es el eco de la angustia, es el verbo del dolor lo que asciende por su garganta: Laor grita su nombre.
Entonces El Rey calla: la dama, ávida del exilio de almas, alojada en su espada y ésta, mellada por la sangre y agotada de penetrar la carne palpitante, componen su última música: girada en sentido opuesto se vuelve contra su dueño.
Laor cae y el eco de la angustia y el verbo del dolor se elevan antes que su alma exiliada. El Rey no lo sabe, pero con su insolente acto decidió el término de la guerra, sin victoriosos, con grandes ruinas. Su túmulo es él mismo, es el cuerpo atravesado por su espada (mellada por la sangre).

El Hacha de Cronto
La Segadora vuelve a su posición inicial, pero atiborrada de sangre y muerte. Cronto observa cómo cae el cuerpo y la sonrisa de la negra dama se dibuja en su boca. Incontables cadáveres lo rodean y los aliados combaten del otro lado del río. Mas Cronto no está solo: lo acompaña la Segadora portadora de sombras. El sudor de su enorme cuerpo se confunde con el líquido que el hacha extrae; ebrio de muerte y batalla vocifera e insulta a sus enemigos.
El filo perfecto en ambas hojas, tan rápida es la mano que la impulsa, tan segura es la señal de la sonrisa de la negra dama que se dibuja en su boca. 
El viento no sopla de este lado del río: silencia su voz para escuchar el silbido de la portadora de sombras.
Y Cronto no está solo: incontables hombres le obsequian su vida y disfruta cada mandoble, cada canto de su arma.  
El Río para su caudal: el estruendo de la Segadora opuesta a la vida, supera cualquier oleaje. Un silencio sepulcral se escucha en torno a él, sólo se oye el clamoreo y las hendiduras a cada adversario. El Río tiene miedo.
Pero no estará solo Cronto: toma su hacha con ambas manos y ríe desesperado: no podrá continuar segando guerreros, hacia él camina Brönr con la sonrisa de la negra dama dibujada en su boca.

La lluvia del Cuervo 
Un cuervo anuncia el vuelo de la flecha. El cuervo reposa en un nogal seco y la flecha en la tráquea de un general. 
El arco vuelve a elevarse y otra saeta con el mismo designio de la anterior es colocada en la cuerda, ésta se tensa y la mano se cierne en el plumaje lleno de presagios. 
El estampido determina el momento en que la mano se abre y la cuerda retoma su lugar inicial; es cuando el cuervo levanta vuelo otra vez y busca nuevo blanco en el cual descansar.  
El Cuervo no malgasta sus dardos, su ojo homicida no lo permite y el expectante ave que lo acompaña le decreta sus siguientes víctimas. Como un águila que desde las alturas ve y siente la presencia de un ratón en la pradera, y luego, con velocidad prodigiosa y precisión magistral, lo ase con sus garras y no lo suelta sino hasta el arribo al nido, donde sus crías lo devoran; así manejaba el arco el lóbrego Cuervo, y sus fulminantes saetas atrapaban a los hombres y no los soltaban sino hasta que la muerte les cerraba los ojos y les exiliaba el alma. 
Sus inmutables facciones contrastan con el grácil rostro de la muerte que llueve de sus manos, de su tenso arco y sus dardos llenos de presagios. El Cuervo se confunde con los cadáveres, tal su porte, tal su simbolismo; rápido y silencioso como el expectante ave que lo acompaña y le decreta sus siguientes víctimas.
Pocos eran los que podían guarecerse de la lluvia del Cuervo y muchos los que le deseaban el sueño eterno; él seguía su matanza sin expresión en la cara y no hubieras dicho, al mirarlo, que disfrutaba de su labor, pues una angustia funesta se desprendía de sus impávidos ojos.
El Cuervo no tenía porqué luchar; su familia había sido consumida por la destructora guerra y su corazón permaneció cegado desde entonces. Y con cada dardo que despide su devastador arco su corazón se pudre, asemejándose a los buitres que sobrevuelan el ejido con macabras y voraces intenciones.

La acometida de Brönr
Camina Brönr y el Sol no se atreve a esconderse hasta que él lo disponga. No siente el peso de su áurea armadura; ambas manos empuñan refulgentes espadas y ceñido al cinto lleva un puñal trabajado en hierro y plata. 
No lo miran sus contrarios, sólo lo atacan furiosamente esperando ayuda divina; ayuda que nunca les será favorable, pues camina Brönr y su parecido a un dios horroriza. Su brazo derecho se eleva amenazante, esta acción cargada de augurios oscuros tiene un fin inexorable: hundirse en un cuerpo.
¿Quién se aventuró a entorpecerle el paso? Primero fue Antis, que sucumbió sin más posibilidades que la de gemir horrendamente merced al dolor causado por una espada clavada en la quijada; luego fue Ocuum y su cabeza rodó por la hierba escarlata; siguióle Matonme que poco pudo hacer sin sus dos brazos. 
El Sol comienza a teñirse del color carmesí del campo y las nubes toman la forma de los muertos. Brönr marcha y la Luna teme salir y observarlo. 
No lleva escudo y atraviesa la llanura con orgulloso paso. Quiso frenarlo Tegón y ambas cimitarras le quitaron el hilo de la vida. 

Cronto combate a diestra y siniestra y nada puede detenerlo; ríe y canta y la Segadora parece cobrar vida cada vez que descuartiza un contrario. Hacia él se encamina Brönr cuando un grito, el grito de un Rey, lo detiene: Laor brama su nombre y Brönr observa como el mártir deja de respirar asestándose él mismo la estocada. Luego de ver el deceso de El Rey todos giran la cabeza aterrados para clavar la mirada en un hombre: Brönr.
La batalla se detiene completamente, pero cuatro hombres no dejan de moverse: Laor, su caída interminable hacia su túmulo; Cronto quien, resoplando, no quita la vista de su feroz enemigo; el Cuervo, el hombre sin alma para quien la muerte es ya una amiga; Brönr que jadea como un león herido y en sus ojos un furor descomunal le provoca el llanto.
Los beligerantes comienzan a formar un círculo encerrando en él a las dos bestias belicosas, que ya se observan llenos de sombras sus figuras. El Cuervo se marcha hasta una loma que se forma en la explanada para obtener un tiro certero; Brönr y Cronto, cuales olas terribles que golpean sin cesar las rocas y terminan por desgastarlas con el paso del tiempo, se acometen a la carrera.  
El atronador entrechocar de las armas produce la caída de los que observan, éstos no se atreven a pararse, sus nervios y músculos permanecen inmóviles, menos los de uno: el Cuervo. 
La opuesta a la vida baila su danza y las espadas de Brönr, Trueno y Sismo procuran seguirle el ritmo. Quien estuviese oyendo la colosal batalla no diría que la guerra se detuvo, bastaba oír los golpes que los gigantes se atestaban para imaginar que la guerra de la Cantera todavía se libraba en la llanura.
El Sol, a pesar de las altas horas, no se atreve a esconderse y la Luna teme salir y no lo harán hasta que concluya la lucha; mientras tanto el Cuervo se acerca cada vez más a su destino.
Y colérico acomete Brönr, con Trueno levantada a la altura de su cabeza y Sismo a la de su abdomen, buscando protegerse en actitud ofensiva. Sin dudar de sus fuerzas, pero con respetuoso temor, lo aguardan El Hacha y su señor. Con pavorosos golpes continúan acometiéndose y ya nadie los rodea, espantados por el miedo que les infieren Cronto, Brönr, El Cuervo (que arriba a la cresta de loma) y la negra dama que se dibuja en sus rostros; huyó el auditorio sin poder soportar la visión de la lucha.
Sólo resta una flecha en el homicida carcaj, la toma El Cuervo y asoma en su faz el holocausto; el ave duda, por cobardía o por recelo no señala el destino artero de la saeta. 
Retrocede Cronto ante la inclemencia de los ataques de Brönr, Sismo logra quedar libre y en un excelso movimiento de derecha a izquierda se precipita donde el cuerpo del gigante la recibe ansioso. Burbujea de sangre y sudor la incipiente herida y se prepara a partir la nefasta flecha. 
A punto de rematar al portador de la Segadora con el estampido de Trueno, Brönr vuelve a observar a su Rey y un súbito soplo de viento, de murmullos de un muerto, le hace comprender la funesta decisión. 
De haber abierto su mano en ese momento descargando la última gota atiborrada de rojos designios, El Cuervo sería cantado por los siglos de los siglos como el matador de dioses, como el matador de Brönr. El susurro de un Rey muerto llegó a sus oídos sordos y dispuso bajar su devastador arco, regalando lo que hasta ese momento quitaba. 
Entonces la Luna, aún temblorosa pero resuelta, despojó al Sol de su trono, y con ella el cielo de ébano asumió el control de la violenta jornada.
  Junio/Julio 2003

Bueno esto es algo que escribí hace un tiempo, cuando mi vena literaria era prolífica y escribir era parte indisoluble de mi vida. Más que un texto es un ejercicio literario, mezcla distintos tipos de escritura (el último fragmento tiene una forma parecida a la Ilíada). Ahora lamentablemente dejé el vicio, pero quién sabe, tal vez lo retome nuevamente.-Saludos y quiero críticas

Pues tiene muy buena pinta y esta una de las secciones que quería potenciar mas que nada, a ver si puedo poner yo también algo que tengo escrito y en cuanto a tu texto, apunta maneras a ver si retomas el vicio! y nos traes algo mas por aquí.
En cuanto saque un rato ya te haré una critica y te destriparé mas la historia, que ahora no ando muy bien de tiempo.
Un saludo!

Será bienvenida!